Este joven nació en el seno de una familia numerosa en Abruzzos (Italia). Comenzó a distinguirse entre sus familiares por su alto grado de humildad. Le encantaba vivir solo como un ermitaño y se fue a una cueva, donde permaneció después de ordenarse sacerdote. No se atrevía a celebrar misa hasta que una voz se lo pidió. Fundó la Orden de los Celestinos y su fama de santidad se extendió por todos los contornos. Lo nombraron Papa con 80 años, pero, al no tener experiencia diplomática, lo pasó mal y renunció a los cinco meses.