Entró en la Compañía de Jesús. Cuando comenzó sus estudios Teológicos en Touluose se declara la terrible epidemia de la peste. Se hace sacerdote para cooperar en el intento de remediar el mal. Consiguió conversiones gracias a la fuerza de su predicación. Quiso llevar su palabra a Canadá, pero no fue posible y lo destinaron a la región del Vivarais, en el norte de Francia. Aquí vivió el resto de su vida. La diócesis de Viviers se encontraba en un deplorable estado espiritual; la mayor parte de los puestos eclesiásticos se encontraban en mano de los protestantes. Pero Juan catequiza, convence y convierte y comienzan a llamarle «el santo» y se llenan las iglesias más grandes de gente ávida de escucharle.