UN ASNO ES MÁS BARATO

Aunque los hijos no son como una cuenta corriente (tanto meto, tanto tengo), pues están dotados de libertad y son muchas veces una caja de sorpresas, está comprobado que el que no se empeña en educar obtiene un burro, como mínimo.

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Un
hombre llegó donde Sócrates con su hijo, y le pidió que se encargara de
la educación del muchacho. El filósofo le dijo que le cobraría
quinientas dracmas. Al rico le pareció mucho dinero:
–– “¡Es mucho dinero! Por esa cantidad podría comprarme un asno”.
–– “Efectivamente, le aconsejo que lo compre –dijo Sócrates. Así tendrá dos”.