Era un campesino nacido en Dardilly (Francia) el 8 de mayo de 1786. Vivió en plena Revolución Francesa, época en la que persiguió a aquellos que se atrevían a expresar en público su religión. Deseaba ser sacerdote, pero Napoleón reclutó para su ejército a todos los jóvenes mayores de 17 años, entre ellos, Juan. De camino al batallón se perdió del grupo y terminó en un pueblo donde estuvo escondido por ser desertor durante bastante tiempo.

En 1810 Napoleón emitió un decreto por el cual perdonó a las que se habían fugado del ejército. Desde entonces, Juan María comenzó a prepararse como sacerdote, llegando a coincidir en el Seminario con San Marcelino Champagnat, fundador de los Hermanos Maristas. Pero Juan María no lograba aprender nada y no superó las pruebas. Sin embargo, le llevaron ante el Obispo que dijo: «Que sea ordenado de sacerdote, aunque le falte ciencia, con tal de que tenga santidad, Dios suplirá lo demás». El 9 de febrero de 1818 fue enviado a la parroquia de Ars, la más pobre e infeliz.

Allí estuvo de párroco durante 41 años. Estaba dotado de unas cualidades extraordinarias como confesor, lo cual hacía que los fieles acudiesen a él de todas partes, para escuchar sus santos consejos. Murió el año 1859 y su cuerpo permanece incorrupto en la parroquia de Ars.