“Si alguna mujer hermosa viniere a pedirte justicia, quita los ojos de sus lágrimas y tus oídos de sus gemidos, y considera de espacio la sustancia de lo que pide, si no quieres que se anegue tu razón en su llanto y tu bondad en sus suspiros”.

(El Quijote, cap. 42: consejos de D. Quijote a Sancho para el gobierno de la Ínsula Barataria).