Nació en Portell (Lérida) cuando se iniciaba el siglo XIII y creció en un buen ambiente, pero sin los cuidados y el cariño de una madre. Tuvo especial devoción por la Santísima Virgen y su padre quiso iniciarlo en tareas de administración. Para ello se marchó a estudiar a Barcelona donde trabó amistad con Pedro Nolasco y compartió sus deseos de fidelidad a la fe cristiana. Consideró la posibilidad de entrar en el estado clerical. Se ordenó y marchó al norte de África para predicar donde tuvo que soportar cárcel y tortura. En su regreso a España le nombran cardenal reconociendo sus méritos y virtud de la caridad practicada. Se disponía a viajar a Roma, no le dio tiempo porque murió a los 40 años y lo sepultaron en la ermita de San Nicolás de Portell.