Sí vio milagros y también realizó cuando fue en parejas con los otros setenta y dos. Pero al final de sus días no confirmó su fe con sus obras. No hacía lo que pensaba que tenía que hacer. Actuaba en contra de su conciencia…
Para conectar con Dios no hay que ir a la Ouija. Hay que estar en Gracia (sin pecado mortal), y buscar la compañía de Dios compañía a través de la oración y de la Eucaristía.
Ofrecemos una anécdota de la vida misma narrada en tercera persona por su protagonista. En ella se ve cómo habla Dios en el alma…
Dios habla donde quiere, como quiere, cuando quiere…
Allí en aquel rincón aquel hombre abatido por el trauma de la pérdida de trabajo, ya entrado en años… con secuelas psicológicas, desorientado, con necesidades humanas y espirituales enormes oye dos cosas de esa homilía que le sitúan de nuevo, de golpe, por decretazo divino, en el BUEN CAMINO en su vida:
1. El sacerdote hablaba de la Vid y el sarmiento. Y en un momento, sin venir a cuento, dice algo que tiene un sentido completo para aquella alma atribulada: haced lo que os he enseñado y encontraréis paz.
2. En otro momento de su homilía, hablando de la vid (Yo soy la Vid, dice Jesús) dice que la vid produce frutos ácidos (llamados agrazones). Cuando se ve más es en la vida de familia, decía el buen sacerdote: el que se separa de la vid produce agrazones en su familia.
Y de aquél mensaje de Dios se produjo un cambio inmenso en aquella alma, con el resultado de alegría y paz.
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