Apreciar lo que tenemos.

Es conocido el dicho de que uno aprecia lo que pierde. Pero es mejor fijarse en lo que se tiene. La envidia es mala consejera y fijarse en lo bueno de los demás no debe llevar a compararnos para buscarles los fallos. Quizá sea mejor conocernos a través del examen de conciencia, para apreciar lo que tenemos, dar gracias a Dios y contentarnos con ir organizándonos para sacar el mejor partido de nuestros haberes. Puede que así, después de tener más conciencia de quiénes somos, aprovechemos al máximo nuestros talentos. 

Sigue una historia y parábola de un hombre que tenía una fortuna sin saberlo…

Una fortuna sin saberlo

Un día bajó el Señor a la tierra en forma de mendigo y se acercó a casa de un zapatero pobre y le dijo:
– «Hermano, hace tiempo que no como y me siento muy cansado, aunque no tengo ni una sola moneda quisiera pedirte que me arreglaras mis sandalias para poder seguir caminando».
 El zapatero le respondió:
– «¡Yo soy muy pobre y ya estoy cansado que todo el mundo viene a pedir y nadie viene a dar!».
El Señor le contestó:
– «Yo puedo darte lo que tu quieras».
El zapatero le pregunto:
– «¿Dinero inclusive?».
El Señor le respondió:
– «Yo puedo darte 10 millones de dólares, pero a cambio de tus piernas».
– «¿Para qué quiero yo 10 millones de dólares si no voy a poder caminar, bailar, moverme libremente?», dijo el zapatero.
Entonces el Señor replicó:
– «Está bien, te podría dar 100 millones de dólares, a cambio de tus brazos».
El zapatero le contestó:
– «¿Para qué quiero yo 100 millones de dólares si no voy a poder comer solo, trabajar, jugar con mis hijos?».
Entonces el Señor le dijo:
– «En ese caso, yo te puedo dar 1000 millones de dólares a cambio de tus ojos».
El zapatero respondió asustado:
– «¿Para qué me sirven 1000 millones de dólares si no voy a poder ver el amanecer, ni a mi familia y mis amigos, ni todas las cosas que me rodean?».

Entonces el Señor le dijo:
– «Ah hermano mío, ya ves qué fortuna tienes y no te das cuenta».