El 4 de marzo de 1866 dijo Don Bosco a sus alumnos: Soñé que estando yo en mi cama se apareció un personaje misterioso y me dijo: Don Bosco: levántese inmediatamente y venga conmigo.

Me levanté, me vestí y me fui detrás de aquel personaje que no me permitió ni por un momento que le viera el rostro. Me hizo atravesar varios dormitorios donde muchos jóvenes estaban entregados al descanso. Al pasar por frente a algunas camas me di cuenta que unos enormes gatazos trataban de destrozar el rostro de aquellos jóvenes.

Después el personaje se detuvo frente a la cama de un alumno que estaba profundamente dormido y me dijo: – Para la fiesta de San José, el 19 de marzo, este joven tendrá que pasar a la eternidad.

El personaje desapareció y yo me desperté.

Los gatazos que trataban de destrozar el rostro de algunos jóvenes representan los enemigos de nuestra alma que siempre están a nuestro alrededor para hacernos caer en pecado y para atormentarnos si morimos estando en pecado grave, y si Dios al fin se cansa de tanto aguantar las ofensas que le hacemos.

Creo que para el 19 de marzo, fiesta de San José, uno de nosotros habrá pasado a la eternidad. Todos tenemos que esmerarnos por estar muy bien preparados porque a la hora menos esperada llega la muerte y nos tendremos que presentar al juicio de Dios a darle cuenta a Nuestro Señor de los que hemos hechos, de los bueno y de lo malo.

Nota: La crónica del Oratorio dice: “El 19 de marzo de 1866 murió el joven Simón Lupotto, alumno de Don Bosco. Unos días antes había ido a su casa pues se sentía enfermo. Era un modelo de piedad y de buen cumplimiento de su deber. Era un enamorado de Jesús Sacramentado y recibía los sacramentos de la confesión y de la comunión con gran fervor. Asistía a la misa muy fervoroso y rezaba el Santo Rosario con gran piedad. Parecía un San Luis y soportó con gran paciencia su última enfermedad. El 19 de marzo día de San José, del cual era muy devoto, se fue al Cielo con una santa muerte”.