“El verdadero humilde ha de desear con verdad ser tenido en poco y condenado sin culpa, aun en cosas graves. Porque si quiere imitar al Señor ¿en qué mejor puede que en esto? Que aquí no son menester fuerzas corporales ni ayuda de nadie, sino de Dios”

(Sta. Teresa de Jesús, Camino de perfección)