Lleva a no depender (en la autoestima, el estado de ánimo, etc.) del éxito. “Porque tomar el éxito o el fracaso como las dos únicas metas por las que ha de regirse la vida es una opción desacertada, porque éxito y fracaso son categorías de un valor muy relativo. Así, por ejemplo, a los 4 años, tener éxito es no hacerse pipí en los pantalones. A los 12 años, tener éxito es tener amigos. A los 20 años, tener éxito es obtener brillantes calificaciones y tener prometida. A los 30 años, es tener dinero. A los 50 años, tener éxito es que los hijos estén bien encaminados en sus vidas. A los 60 años, tener éxito es seguir trabajando y disponer de buena salud. A los 70 años, tener éxito es tener amigos. A los 80 años, tener éxito es no ser un estorbo para nadie. A los 90 años, tener éxito es no hacerse pipí en los pantalones. Como puede apreciarse, el ciclo se cierra…”

(Aquilino Polaino, “Familia y autoestima”)