María es la Madre del Salvador, Hijo del Padre Eterno, rico en misericordia, que movido por la inmensa caridad con que nos amó, nos restituyó a la vida juntamente con Cristo, cuando estábamos muertos por nuestros pecados (cf.: E. 2,45). Pidamos que Ella abra los ojos de sus hijos para que conozcan la Misericordia Divina. (DM. 1).