“Al acercarse D. Quijote y su escudero a la casa de un ermitaño, que gozaba de la fama de ser hombre bueno, preguntó Sancho, un tanto interesado:

-¿Tiene por ventura gallinas el tal ermitaño?

– Pocos ermitaños están sin ellas -respondió Don Quijote- porque no son los que agora se usan como aquellos de los desiertos de Egipto, que se vestían de hojas de palma y comían de la tierra. Y no se entienda que por decir bien de aquellos no lo digo de aquestos, sino que quiero decir que al rigor y estrecheza de entonces no llegan las penitencias de los de agora; pero no por esto dejan de ser todos buenos: a lo menos, yo por buenos los juzgo.”

(Fco. Fdez-Carvajal en «El día que cambié mi vida»)