«El hombre perverso, el varón malicioso,
anda con boca retorcida,
guiña los ojos, escarba con los pies,
señala con los dedos,
en su corazón hay falsedades,
máquina la maldad,
a cada momento siembra discordias.
Por eso, de improviso llegará su ruina,
de repente será destrozado sin remedio.»

(Prov. 6, 12-15)