LA HISTORIA DE LA PEINETA Y LA PIPA


Era un matrimonio pobre. 

Ella hilaba a la puerta de su choza pensando en su marido,

 Todo el que pasaba se quedaba prendado de la belleza de su cabello negro, largo, como hebras brillantes salidas de su rueca. 

El iba cada día al mercado a vender algunas frutas. A la sombra de un árbol se sentaba a esperar, sujetando entre los dientes una pipa vacía. 

No llegaba el dinero para comprar un pellizco de tabaco,

Se acercaba el día del aniversario de la boda y ella no cesaba de preguntarse qué podría regalar a su marido. 

Y, además, ¿con qué dinero?

Una idea cruzó su mente. 


Sintió el escalofrío al
pensarlo, pero, al decidirse, todo su cuerpo se estremeció de gozo: vendería su
pelo para comprarle tabaco para su pipa. 

Ya imaginaba a su hombre en la plaza, sentado ante
sus frutas, dando largas bocanadas a su pipa: aromas de incienso y de jazmín
darían al dueño del puestecillo la solemnidad y prestigio de un verdadero
comerciante.
 

 
Sólo obtuvo por su pelo unas cuantas monedas, pero
eligió con cuidado el más fino estuche de tabaco. 

El perfume de las hojas
arrugadas compensaba largamente el sacrificio de su pelo.

Al llegar la tarde regresó el marido. 


Venía cantando
por el camino. 

Traía en su mano un pequeño envoltorio: eran unos peines para su
mujer, que acababa de comprar, tras vender su pipa.
 
 
Total: Que uno, por amor, se quedó con el tabaco,
pero sin pipa y ella, por amor a él, se quedó sin pelo, pero con unos hermosos
peines. 

Los dos lloraban de ternura y de inmenso cariño.

 

 


                                                                                
R.TAGORE