El padre de Nadia lleva muchos años en paro. No quiere volver a Marruecos, y tampoco logra adaptarse a las costumbres europeas, a pesar de que ahí ha formado una familia. Por eso, cuando su mujer decide divorciarse, aprovecha las vacaciones para llevar a los niños a su tierra y alejarlos así de su madre. A ellos no les gusta su nueva vida en el campo: se sienten extranjeros y echan de menos su antigua vida. Un retrato realista de los problemas que plantea la emigración y la búsqueda de la identidad cultural.