Guerras en Oriente Próximo, efervescencia en el mundo estudiantil, reforma de la Iglesia y temor a los efectos de la droga. Estos problemas de nuestro tiempo fueron también los que preocuparon en el siglo XIII. Y una mujer domina este siglo, al menos en su primera parte: Blanca de Castilla. Hija de Alfonso VIII de Castilla y esposa de Luis VIII de Francia, dos veces regente de Francia, la reina Blanca es estudiada en esta biografía no sólo según las obras literarias sino también a la luz de los textos propiamente históricos: investigaciones, correspondencias, tratados o estados de cuenta. Y de este estudio riguroso elaborado por una de las más prestigiosas historiadoras francesas surge una figura llena de contrates: la de una fuerte personalidad femenina que lleva con determinación una política distinta a la de los reyes que la precedieron, al propio tiempo que una esposa ejemplar y una madre modélica, una mujer impulsiva y firme, una reina pendiente del pueblo y apasionada de la justicia.Un personaje digno de esa catedral de Notre-Dame de París cuya nave y torres se alzan al ritmo de su propia existencia.