La imagen del Mediterráneo que nos descubre la mirada culta y refinada de Nicolau d'Olwer es a la vez sobria y deslumbrante, real y sublimada, y del diálogo que establece entre una cultura milenaria y el presente -aunque ya no sea el nuestro- va emergiendo la pregunta de si estamos ante los restos de una civilización que desaparece o si, a través de esa visión, lograremos dominar el tiempo.