«La Iglesia-lugar no es un espacio meramente funcional para la Iglesia-asamblea, sino que debe expresar su naturaleza misterioso-celebrativa». El autor formula de este modo la mutua interconexión entre espacio y celebración litúrgica, que va desarrollando a lo largo de las páginas de este libro. Se trata de expresar la comunión y la trascendencia en la disposición de los diferentes elementos que constituyen el núcleo de la acción litúrgica de la asamblea reunida: el ambón, como lugar del anuncio de la Resurrección, el altar como mesa de la Última Cena y piedra sacrificial, y el sentido de la sede presidencial constituyen el centro del estudio de Bernardino Ferreira, que acompaña su reflexión con sugerentes imágenes de nueva arquitectura.