Aunque existe libertad religiosa y de conciencia constitucionalmente garantizada, en España no se ha logrado aún la igualdad en el ejercicio de tales derechos por parte de todos los ciudadanos, debido a los efectos derivados de los Acuerdos firmados entre el Estado Español y la Santa Sede y las prácticas sociales, incluso las oficiales, que limitan la laicidad de nuestra Constitución. Pero España es hoy una sociedad secularizada y plural en lo moral y religioso, una nueva realidad que debe ser reconocida y regulada de tal modo que se logre el objetivo final del Estado laico. Sólo así culminaremos el proceso de la transición política: de la intolerancia hasta el pleno ejercicio de las libertades.