Se reúnen en Ficciones dos libros de Jorge Luis Borges fechados en 1941 y 1944. El jardín de senderos que se bifurcan incluye ocho relatos, entre los que cabe destacar dos breves narraciones de excepcional calidad: Pierre Menard, autor del Quijote y La Biblioteca de Babel. Artificios lo forman nueve cuentos, entre ellos La muerte y la brújula, Funes el memorioso y El Sur.
Antología de las colaboraciones publicadas por Jorge Luis Borges en la revista «El Hogar» entre 1936 y 1939, TEXTOS CAUTIVOS nos permite apreciar no sólo su talla intelectual y su especial penetración como crítico y ensayista, sino también rastrear muchos de los intereses, aficiones y curiosidades del maestro argentino. En esta edición de bolsillo, los textos se han agrupado según cada una de las secciones en que en su día aparecieron («Ensayo», «Biografías sintéticas», «Reseñas» y «De la vida literaria»), respetándose, sin embargo, dentro de cada una de ellas, el orden cronológico de la edición original, y se ha añadido, asimismo, un índice onomástico que incluye a todos aquellos autores que son objeto de comentario en las distintas secciones.
No estamos ante ilustraciones sino en medio de lecturas que proponen un recorrido posible, y en tiempo presente. Ensayos visuales de una experiencia en acto. Invitaciones que, por momentos, toman la forma de caligramas, como en ciertas «o» y en los párrafos convertidos en muros inclinados, como si todo lo que parece quieto estuviera también en movimiento. Aun así, tengo para mí que estamos ante una serie de mapas que nos conducen al mundo de Kafka y Borges en un sueño nuevo.
Segundo de los tres libros que recogen la obra miscelánea e inédita del maestro Borges.«De una a siete de la tarde -mis horas oficiales o "teóricas" de trabajo- me confieso un impostor, un chambón, un equivocado esencial. De noche (conversando con Xul Solar, con Manuel Peyrou, con Pedro Henríquez Ureña o con Amado Alonso) ya soy un escritor. Si el tiempo es húmedo y caliente, me considero (con alguna razón) un canalla; si hay viento sur, pienso que un bisabuelo mío decidió la batalla de Junín y que yo mismo he consumado unas páginas que no son bochornosas. Me pasa lo que a todos: soy inteligente con las personas inteligentes, nulo con las estúpidas.Releo poco mis libros. Los dos capítulos iniciales de Evaristo Carriego, el libro entero Discusión, la página 51 de la Historia universal de la infamia y las biografías del Espantoso redentor LazarusMorelly del Tintorero enmascarado Hákim de Merv en esa misma Historia, deben ser lo menos intolerable de cuanto he escrito. He publicado tres libros de versos: del primero (Fervor de Buenos Aires, 1923) me agradan dos páginas, Remordimiento por cualquier defunción y Llaneza; del segundo (Luna de enfrente, 1925) ninguna; del tercero (Cuaderno San Martín, 1929) las tituladas Isidoro Acevedo, Muertes de Buenos Aires, La noche que en el Sur lo velaron.Temo parecer indulgente; sé lo imposible de escribir una página sin haber escrito un volumen.»Jorge Luis Borges
Aparecen reunidos en este volumen y rigurosamente seleccionados los relatos de Jorge Luis Borges que universalmente gozan de la más alta consideración. Entre ellos, «Hombre de la esquina rosada», «La biblioteca de Babel», «El aleph», «El informe de Brodie» y «El libro de arena». Este apretado panorama da una idea de la gran renovación de la escritura que Borges realiza mediante su fantástico poder de creación y su compleja elaboración intelectual. Antecede a los textos un extenso y documentado estudio de Marcos Ricardo Barnatán, que ha dedicado ya tres libros al estudio del autor y su obra.
En El tamaño de mi esperanza, segundo libro de ensayos de Jorge Luis Borges, se encuentra ya la característica mezcla de apego a lo criollo, a la pampa y al suburbio, de inquietud por la literatura y de preocupación por el lenguaje que caracteriza buena parte de la obra del maestro argentino. Como ocurriera también con «Inquisiciones» y «El idioma de los argentinos», el libro, publicado en 1926, fue preterido en seguida por su autor, probablemente por el uso que hace en él de un vocabulario y ortografía " criollistas " y por su implacable autoexigencia: «Como el Gran Inquisidor -dice María Kodama en el prólogo al volumen y refiriéndose al mismo-, a través de un donoso escrutinio, Borges creyó haber alcanzado su destrucción [...]. Quizá el Gran Inquisidor, en su afán de buscar lo perfecto, fue injusto con ese libro de juventud. Creo que los lectores se alegrarán de que la obra exista.»
?Ignoramos el sentido del dragón, como ignoramos el sentido del universo, pero algo hay en su imagen que concuerda con la imaginación de los hombres?, asevera Jorge Luis Borges en El libro de los seres imaginarios, que traza un extraordinario catálogo de ciento dieciséis seres fantásticos que han poblado la mitología y la religión desde la noche de los tiempos. Algunos, como el gólem, la esfinge y el centauro, son hijos de la metafísica o la literatura; otros, como los gnomos y las hadas, son fruto de la invención humana. Al hilo de las evocaciones de los clásicos, las revelaciones de los místicos y los sueños de escritores y poetas, Borges da vida a viejos relatos olvidados y demuestra que, pese a la disparidad de la procedencia y las formas de esos seres extraños, todos proceden del mismo imaginario humano, de deseos y temores parecidos.
Esta antología preparada por Emir Rodríguez Monegal cubre prácticamente toda la producción de Borges y, además de sus textos famosos, incluye algunos perdidos o soslayados hasta por los eruditos más tenaces. Algunos de los textos que aquí resurgen han sido escogidos para mostrar aspectos de la escritura borgiana (temas, manías, humores) que otros antólogos han descuidado. Muchos fueron tomados de publicaciones periódicas, a veces inaccesibles, y no habían sido recogidos en ningún libro de Borges.
El lector tiene en sus manos un libro inédito de Jorge Luis Borges, integrado por seis conferencias sobre poesías pronunciadas en inglés en la Universidad de Harvard durante el curso 1967-1968. A lo largo de unas páginas tan brillantes y precisas que cuesta creer que fuesen dichas -y no leídas- un Borges en la plenitud de su talento reflexiona sobre los misterios y tesoros de la palabra poética. En la línea del ensayo imaginativo y suavemente irónico de sus mejores inquisiciones, estas conferencias deslumbrantes nos recuerdan, entre otras cosas, el especial atractivo de ciertas metáforas, la fuerza y la dignidad de la épica (a juicio de Borges, género narrativo preferible a la novela), la belleza que se esconde en las traducciones más felices, la corta distancia que media entre el buen poema y el malo, o la impronta que la tradición deja sobre cada imagen, cada palabra y cada lector. A través de un torrente de autores, libros y citas, evocados puntualmente por la prodigiosa memoria del escritor argentino, este Arte poética nos revela el credo literario de uno de los grandes fabuladores del siglo XX.
Fruto de la fértil relación mantenida entre el editor italiano Franco Maria Ricci y Jorge Luis Borges, la colección llamada «La Biblioteca di Babele», que toma su nombre del célebre relato publicado en «Ficciones» (BA 0002), reunió una selección de textos de varios de sus autores favoritos en una serie inolvidable dedicada a la literatura fantástica. PRÓLOGOS DE LA BIBLIOTECA DE BABEL reúne los inolvidables textos introductorios que para ellos escribió el maestro argentino. «Para Borges -afirma en su presentación al volumen Antonio Fernández Ferrer- no hay escrito secundario: su afán de escritura se entrega con parejo entusiasmo en cualquier texto. Sus prólogos son cualquier cosa menos escritos meramente auxiliares o subsidiarios, y en ellos podemos encontrar tantas delicias como en cualquier otro texto de su autor».
Recopilación de prólogos diversos que abarcan desde 1923 a 1974, PRÓLOGOS CON UN PRÓLOGO DE PRÓLOGOS recoge decenas de textos dispersos pertenecientes a este peculiar género en el cual Jorge Luis Borges ejerció también su magisterio. En este volumen hallan eco, entre otros muchos avatares literarios: «las narraciones de un Cervantes que no había acabado aún de soñar el segundo Quijote, el mito genial de Facundo, la vasta voz continental de Walt Whitman, el ajedrez onírico de Lewis Carroll, las eleáticas postergaciones de Kafka, los concretos cielos de Swedenborg, el sonido y la furia de Macbeth...»
En el momento de su fallecimiento, Borges había completado los prólogos a los primeros sesenta y cuatro títulos de una selección de cien que habrían de constituir una colección cerrada escogida por él mismo. De estos textos, testimonio de sus preferencias literarias, escribió: «Deseo que esta biblioteca sea tan diversa como la no saciada curiosidad que me ha inducido, y sigue induciéndome, a la exploración de tantos lenguajes y de tantas literaturas».