En la maltrecha vivienda de las Rosarios -la abuela, la madre y la nieta- tres mujeres sobreviven a la precariedad y la falta de recursos mientras un demonio vive en un agujero del techo, las palomas hablan a las personas o una niña muerta pasea en bañador por el pasillo. Pero Aguaviento no es, ni por asomo, una novela de terror, sino un retablo lírico y perturbador en el que, con una prosa brillante y asombrosa, se combina un costumbrismo sucio y deslumbrante con cierto realismo mágico lleno de desazón y poesía. Y, como telón de fondo, el conflicto de la infravivienda, la especulación inmobiliaria y el proceso de turistificación de muchas de nuestras ciudades, que en este caso es Cádiz, pero que podría ser cualquier otro lugar. O quizás no.
Los hermanos Garrido, sobrinos del valiente soldado Mariano, prometen a la abuela que encontrarán el cadáver y lo traerán a su pueblo, a la tierra que lo ha visto nacer. A partir de esa promesa adolescente comienza nuestra historia. Miguel Angel y Fernando se enfrentan con los recelos y la incomprensión de los ex-combatientes primero, y con la desinformación más absoluta después (hay numerosos cementerios españoles en el frente ruso, pero también hay muchas fosas comunes). Más tarde, un prosaico cruce de intereses entre varias asociaciones internacionales encargadas de recuperar cadáveres (amparadas por el desinterés y la pasividad de las instituciones españolas) convierten su búsqueda en una dificilísima campaña contral la sinrazón y la apatía.
La presente obra recoge el desarrollo de un modelo sistémico orientado a la creación, organización y gestión de empresas, instituciones y organizaciones de cualquier índole. El fin de la publicación es la implementación de una metodología clara y precisa para la innovación, optimización y control de las empresas de carácter general.
En 1496, los Reyes Católicos pusieron a punto una gran flota de guerra para transportar a Flandes a su hija, la infanta Juana, que debía contraer matrimonio con el archiduque Felipe de Habsburgo, y traer, en viaje de retorno, a la hermana de éste, Margarita, desposada con Juan, príncipe de Asturias. Los documentos estudiados en este libro permiten conocer mejor muchos aspectos básicos sobre los medios con que el poder real contaba para movilizar en solo seis meses, y en situación de guerra abierta en Nápoles y el Rosellón, nuevas fuerzas navales y militares capaces de operar dentro o fuera de Castilla: aparato administrativo distribuido por todo el territorio; regiones costeras que facilitaron decenas de naos y carabelas, y agentes diplomáticos que contrataron en Génova dos grandes carracas; autoridad política para ordenar que la flota mercante castellana con destino a Flandes acompañara a la armada, pese a los retrasos acumulados; dinero y personal técnico suficientes para enrolar miles de marineros y soldados, encargar la fabricación de artillería y armamento en Vizcaya, Guipúzcoa y Cantabria, y comprar abastecimientos en Andalucía y Galicia; instituciones políticas que aseguraron el mando y representación regios, ostentados por el Almirante de Castilla. Y, en fin, cientos de personas preparadas para formar la casa de la infanta Juana, que viajó provista de un riquísimo y variado ajuar cuya descripción detallada es uno de los aspectos destacados de esta publicación. Los éxitos y desgracias de la armada de Flandes son piezas de un acontecimiento singular y extraordinario pero muestran, al mismo tiempo, las posibilidades y los límites de la autoridad regia y de los recursos navales castellanos a finales del siglo XV.