Un narrador empieza a contar la misteriosa aparición de un pingüino en la playa asturiana de Gulpiyuri, pero la lectora lo interrumpe una y otra vez. Entre los dos, junto con una voz en off y el propio protagonista de la historia, el pingüino Gundemaro, se establece un diálogo a cuatro voces que es, al mismo tiempo, un viaje literario a los distintos aspectos de la construcción de un relato. Toda una alegoría acerca de la magia de la literatura.