«Que, a mi parecer, si como ahora entiendo que en este palacio pequeñito de mi alma cabe tan gran Rey (entonces lo entendiera), que no le dejara tantas veces solo, alguna me estuviera con Él, y más procurara que no estuviese tan sucia. Más, ¡qué cosa de tanta admiración, quien hiciera de mil mundos y muy muchos más con su grandeza, encerrarse en una cosa tan pequeña! A la verdad, como el Señor, consigo trae la libertad, y como nos ama, hácese a nuestra medida.»

(Sta. Teresa, «Camino de perfección»)