Nacido en Cori (Latina) el 4 de junio de 1655, Tomás tuvo una infancia marcada por la pérdida prematura de su madre primero y de su padre después, quedando sólo, a los catorce años, al cuidado de la hermana más pequeña. Hará de pastor, aprendiendo la sabiduría de las cosas simples. Casadas las hermanas, queda libre para seguir la inspiración que desde algún año guardaba en el silencio del corazón: pertenecer completamente a Dios en la vida religiosa franciscana. Había conocido a los Frailes Menores en su misma ciudad en el Convento de S. Francisco. Casadas las dos hermanas y libre de toda preocupación, fue acogido en la Orden y enviado a Orvieto para hacer el año de noviciado. Profesada la Regla de S. Francisco y finalizados los estudios de teología, se ordena sacerdote en 1683. Fue nombrado inmediatamente vice maestro de novicios en el convento de la SS. Trinidad de Orvieto; sus superiores reconocieron desde muy pronto sus dotes.

Poco tiempo después fray Tomás oyó hablar de los Retiros que comenzaban a florecer en la Orden y de la intención de los Superiores de la Provincia Romana de instaurar uno en el Convento de Civitella (hoy Bellegra). Su petición fue acogida y el joven fraile llamó así a la puerta del pobre Convento en 1684, diciendo: «Soy fray Tomás de Cori y vengo para hacerme santo». Con un lenguaje quizás lejano al nuestro, expresaba él su ansia de vivir radicalmente el Evangelio según el espíritu de S. Francisco.

Desde entonces, fray Tomás permanecerá en Bellegra hasta la muerte, excepto seis años (1703-1709) en los que será Guardián en el Convento de Palombara, donde instauró el Retiro, en base al de Bellegra. Escribió Reglas para uno y para otro, que él el primero observó cuidadosamente, consolidando con la palabra y con el ejemplo la nueva institución de los dos Retiros.

Los largos años transcurridos en S. Francisco de Bellegra se pueden resumir en tres puntos:

Oración

Santo Tomás de Cori fue seguramente, como se ha dicho de S. Francisco, no tanto un hombre que oraba, como un hombre hecho oración. Esta dimensión animó toda la vida del Fundador del Retiro. El aspecto más evidente de su vida espiritual fue sin duda la centralidad de la Eucaristía, testimoniada por Tomás en la celebración eucarística, intensa y participada, y en la oración silenciosa de adoración en las largas noches de Retiro después del oficio divino celebrado a medianoche. Su vida de oración estuvo marcada por una aridez persistente de espíritu. La ausencia total de una consolación sensible en la oración y en su vida de unión con Dios, se prolongaría durante más de cuarenta años, encontrándole siempre sereno y radical en la vivencia del primado de Dios. Verdaderamente su oración se configuró como » memoria Dei » realizando concretamente la unidad de vida no obstante las múltiples actividades.

Evangelización

Santo Tomás no se cerró en el Retiro, olvidando el bien de sus hermanos y el corazón de la vocación franciscana, que es apostólico. Fue llamado con razón el apóstol del » Sublacense «, habiendo recorrido comarcas y ciudades en el anuncio incansable del Evangelio, en la administración de los sacramentos y en el surgir de milagros a su paso, signo de la presencia y cercanía del Reino. Su predicación era clara y simple, persuasiva y fuerte. No subió a los púlpitos más ilustres del tiempo: su personalidad pudo entregar lo mejor de sí en el ambito restringido de la región del Lazio, viviendo su vocación franciscana en minoridad y a la opción concreta por los más pobres.

Exquisita caridad

Santo Tomás de Cori fue para sus hermanos padre amabilísimo. Ante las resistencias de algunos hermanos en su deseo de reforma y de radicalidad en vivir el ideal franciscano, el Santo supo responder con paciencia y humildad, encontrándose incluso sólo para atender el convento. Había comprendido muy bien que toda auténtica reforma inicia por sí mismo.

El notable epistolario que nos ha llegado, demuestra la atención de Tomás a las más pequeñas espectativas y necesidades de sus hermanos y de tantos amigos, penitentes y frailes que se dirigían a él para recibir un consejo. En el convento demostró su espíritu de caridad en la disponibilidad a cualquier necesidad, incluso la más humilde.

Rico de méritos, se durmió en el Señor el 11 de enero de 1729. Santo Tomás de Cori resplandece entre nosotros y en Roma, del que es co-patron, sobre todo en su ansia de ideal cristiano y franciscano puro y vivido en lo esencial. Una provocación para todos nosotros, a no tomar a la ligera el Evangelio y sus exigencias radicales.