Hemos entrado en el tiempo de Cuaresma: tiempo de , de purificación, de . No es tarea fácil. El no es camino cómodo: no basta estar en la Iglesia y dejar que pasen los años. En la vida nuestra, en la vida de los , la conversión primera -ese momento único, que cada uno recuerda, en el que se advierte claramente todo lo que el Señor nos pide- es importante; pero más importantes aún, y más difíciles, son las sucesivas conversiones. Y para facilitar la labor de la gracia divina con estas conversiones sucesivas, hace falta mantener el alma joven, invocar al Señor, saber oír, haber descubierto lo que va mal, pedir perdón. [Es Cristo que pasa, 57]

¿Qué mejor manera de comenzar la Cuaresma? Renovamos la fe, la , la caridad. Esta es la fuente del de penitencia, del deseo de purificación. La Cuaresma no es sólo una para intensificar nuestras externas de : si pensásemos que es sólo eso, se nos escaparía su hondo sentido en la vida , porque esos actos externos son -repito- fruto de la fe, de la esperanza y del amor. [Es Cristo que pasa, 57]

La Cuaresma los días que pasó Jesús en el , como preparación de esos años de predicación, que culminan en la Cruz y en la gloria de la Pascua. Cuarenta días de y de penitencia. Al terminar, tuvo lugar la escena que la de hoy ofrece a nuestra consideración, recogiéndola en el de la Misa: las tentaciones de Cristo. [Es Cristo que pasa, 61]

Tiempo de penitencia, pues. Pero, como hemos visto, no es una tarea . La Cuaresma ha de vivirse con el espíritu de filiación, que Cristo nos ha comunicado y que late en nuestra alma. El Señor nos llama para que nos acerquemos a El ser como El: sed imitadores de Dios, como hijos suyos muy , colaborando humildemente, pero , en el divino de unir lo que está roto, de salvar lo que está perdido, de ordenar lo que ha desordenado el hombre pecador, de llevar a su fin lo que se descamina, de restablecer la divina concordia de todo lo creado. [Es Cristo que pasa, 65].