Yo creo que las pequeñas humillaciones que día tras días debemos vivir son saludables, porque ayudan a cada uno a reconocer la propia verdad, y a vernos libres de la , que va contra la verdad y no puede hacernos felices y buenos. Aceptar y esto, y así aprender y aceptar mi posición en la Iglesia, mi pequeño servicio como grande a los ojos de Dios. Precisamente esta , este realismo, nos hace libres.

Si soy arrogante, si soy soberbio, querré siempre agradar, y si no lo logro me siento , me siento infeliz, y debo buscar siempre este placer. En cambio, cuando soy humilde tengo la libertad también de ir a contracorriente de una dominante, del de otros, porque la humildad me da la , la libertad de la verdad.

(, Encuentro clero de Roma 23/2/2012).