«Lo esencial de una imagen consiste en que representa algo. Cuando yo la miro, reconozco, por ejemplo al hombre que está en ella, el paisaje, etc. Remite a otra cosa que está más allá de sí misma. Lo característico de la imagen, por lo tanto, no consiste en lo que es meramente en sí misma, óleo, lienzo y marco… su característica como imagen consiste en que va más allá de sí misma, en que muestra algo que no es en sí misma. Así, el ser imagen de Dios significa sobre todo que el hombre no puede estar cerrado en sí mismo. Y cuando lo intenta se equivoca. Ser imagen de Dios significa capacidad de relación; es la capacidad divina del hombre. El hombre lo es en su máximo grado cuando consigue salir de sí mismo para decirle a Dios: «Tú»

(Ratzinger, Creación y pecado, p.73. Comentario al Génesis, imagen y semejanza de Dios)