Vale el que sirve
Hace ya bastantes años, en un colegio había un profesor un poco duro de oído. Cuando pasaba lista en clase, cada alumno debía contestar al ser nombrado:
–  ¡Servidor de usted!.
Pero, como la música era la misma, la letra cambiaba poco y el oído del profe no era nada fino, los alumnos solían responder:
–  ¡Sírvase usted!.

 Agustín Filgueiras
 (La versión espúrea era que siempre nombraba a un alumno que ya no se hallaba en el cole pero que aparecía en listas;
– «Fulanito de tal».
Los alumnos al principio coreaban
– «Dejó de venir»
Pero pronto cambiaron el mensaje, que sonaba igual por
– «Le jode venir»
Anecdonet)

Nos apetece más ser servidos que servir. Y hemos nacido para servir: servir a Dios sirviendo a sus hijos.
El ejemplo y la palabra de Jesús son claros: El  Hijo del Hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por todos” (Mc. 10,45)
“Dormí y soñé que la vida era alegría. Desperté y vi que la vida era servicio. Serví y vi que el servicio era alegría” (R.Tagore).
En realidad, vale el que sirve. Y el que no sirve, no vale.