Nació hacia el año 1028 y fue proclamado Papa unánimamente por el pueblo. Llevó a cabo, con mucha valentía, un programa de reformas que él mismo impulsó. En 1076 comenzó un duro choque con el emperador Enrique IV que hizo elegir un antipapa. Gregorio VII se refugió en el Castillo de San Angelo de donde lo liberó el Duque Roberto Guiscardo. Después se retiró en destierro voluntario a Salerno y murió al año siguiente, pronunciando la famosa frase: «He amado la justicia y odiado la iniquidad». Su cuerpo fue sepultado en la catedral de Salerno. Fue canonizado en el 1606.