Nació en Aragón en 1271. Desde muy pequeña tenía una notable piedad. Le casaron con 12 años con un hombre violento e infiel. Mientras, ella lo trataba con bondad y tuvieron dos hijos. Llevaba una vida cristiana auténtica, se levantaba muy temprano y leía seis salmos, asistía a la Santa Misa y se dedicaba a regir las labores del palacio. Las tardes las dedicaba a visitar ancianos y enfermos. Cuando murió su esposo, Isabel se despojó de todas sus riquezas y recibió el hábito de las Clarisas como terciaria. Vivió los últimos años en el convento, dedicada a la adoración Eucarística.