Un milagro hermoso lo cuenta Catalina de santa María. Rosa
debía adornar el anda de santa Catalina de Siena. Y, estando la
bendita Rosa y esta testigo en la huerta de casa de su padre
mirando todas las matas de los claveles, no vieron en ninguno de
ellos ni botón ni vara, porque no era tiempo de ellos ni los podía
haber. Y la bendita Rosa dijo: “Si Dios Nuestro Señor nos diese a
honra de la Santísima Trinidad tres clavelinas para la santa
imagen, del todo sería galana”. Y, al día siguiente, que debían
celebrar la fiesta de la santa, por la mañana, dijo la bendita Rosa a esta testigo que fuese a la huerta. Esta testigo le dijo: “Hermana, si
ayer paseamos la huerta y vimos las matas y ninguna de ellas
tenía clavelina alguna, ¿cómo me envía por ellas? Y la bendita
Rosa le respondió: “Válgame Dios, hermana de mi corazón, vaya
por ellas que Dios nos las ha dado”. Y esta testigo fue y halló tres
clavelinas en una vara y muy hermosísimas. Y esta testigo quedó
admirada.