La voz le llegó como en aquel primer día en que había conocido a Juan Salvador Gaviota.

—El secreto, Pedro, consiste en que debemos intentar la superación de nuestras limitaciones en orden y con mucha paciencia.

De acuerdo con el programa, no intentamos atravesar las rocas hasta un poco más tarde.

—¡Juan!

—También conocido como el hijo de la Gran Gaviota —dijo su instructor, secamente.

—¿Qué haces aquí? ¡Esa roca…! ¿No he… No me había… muerto?

—Ya está bien, Pedro. Piensa. Si me estás hablando ahora, es obvio que no has muerto, ¿verdad? Lo que sí que lograste fue cambiar tu nivel de conciencia, bien que de manera algo brusca. Ahora te toca escoger. Puedes quedarte aquí y aprender en este nivel, que, para que lo sepas, es bastante más alto que el que dejaste, o puedes volver y seguir trabajando con la bandada. Los mayores estaban deseando que ocurriera algún desastre y se han sorprendido de lo bien que les has complacido.

Cita del libro Juan Salvador Gaviota