Citas del libro La Mujer Justa de Sándor Márai:

  • No volvimos a hablar de ningún asunto personal. Nos limitamos a vivir uno al lado del otro, esperando algo. Tal vez un milagro. Pero los milagros no existen.
  • Me convertí en su enemiga en el momento del divorcio y lo seguiré siendo hasta el día de mi muerte.
  • Entre la riqueza y la pobreza hay infinidad de matices.
  • Una experiencia humillante y mortificadora.
  • Tal vez nunca llegue ese momento. Pero en nuestra vida, también en este viaje, hay algo humillante, indecente. ¿Por qué no nos atrevemos a decirnos a la cara cuál es el problema que hay entre nosotros?
  • Estuvimos mucho tiempo hablando aquella noche, y también callando.
  • Algo se quebró en su interior. Todo esto, por supuesto, sin pronunciar palabra, como sucede con las cosas más graves y dolorosas. Cuando uno habla, llora o grita todo resulta más fácil.
  • El dolor no tiene lágrimas ni palabras.
  • No te alteres, pequeña mía. Sabes que no tengo ningún consejo que darte. Hay que vivir, hay que soportar la vida.
  • En definitiva, había decidido reconquistar a mi marido. Dicho así suena bastante sencillo. Pero tú eres mujer, sabes que es uno de los cometidos más difíciles de la vida. Sí, a veces pienso que es el más difícil.
  • Las almas apasionadas son orgullosas, sufren muchísimo.
  • Lo único seguro son los hechos, la realidad… Todas nuestras explicaciones de los acontecimientos están viciadas por un irremediable halo literario.
  • Sé que la maté un poco; la matamos un poco yo, la vida, la casualidad y también la muerte del niño… así es como nos mata la vida.
  • Quien habla mucho tiene algo que esconder; en cambio, quien calla con coherencia está convencido de algo.
  • Un día hay que mirar al diablo a los ojos y resignarse a su debilidad, aceptar que si necesita sustancias narcóticas debe pagar el precio completo por ellas.
  • Al fin y al cabo las fiestas existen porque no se puede vivir sin milagros.
  • La vida se queda vacía si no la llenas con alguna tarea peligrosa y emocionante. 
  • El deseo de amar y ser amados permanece.