• Me siento incómoda hablando del clima sin motivo y sólo porque mi acompañante no logra superar esos veintitrés segundos de incomodidad.
  • He borrado mucho de aquellos años. En un esfuerzo por olvidar lo que me producía dolor, olvidé detalles cotidianos inútiles pero inofensivos, nombres de calles, de negocios, relaciones, parentescos.
  • Aunque despojado de otros recuerdos el dolor sigue allí, lo que lo hace más brutal, como si ocupara un escenario vacío donde todas las luces se concentran sobre él.
  • No hay reconstrucción posible, no hay cómo contarlo.
  • Hay actos que no merecen un porqué. Hechos que ninguna razón puede justificar.
  • No hay un porqué válido.
  • Se protegía detrás de un libro
  • Sin embargo, hoy me pregunto si no es al revés, si en realidad lo que uno desea no tiene que ver más con la posesión que con el amor: uno quiere una casa, una mujer o un hombre con los que casarse, un rosal, y entonces se enamora —de quien sea posible— para tenerlos.
  • La maternidad está llena de pequeños fracasos que pasan inadvertidos. 
  • El chocolate siempre hace bien», extendiendo la caja hacia mí.
  • «Algún día va a pasar», me dijo, no el recuerdo, ni siquiera la pena, eso siempre queda, pero dolerá menos.
  • Pasar, eso te lo puedo asegurar». Nos quedamos unos minutos mirándonos en silencio, como si estuviéramos terminando de procesar no tanto lo que cada uno dijo, sino lo que cada uno calló.
  • Sentí esa cachetada que Mariano no me dio.
  • De ahora en adelante. El daño está, el dolor está, pero de los caminos que elija surgirá lo que está por venir.
  • Yo también he dependido de la amabilidad de los extraños. No alcanza con estar rodeado de gente para no estar solo.
  • Cada persona reacciona de distinta manera ante el abismo que se le abre un día por delante, sabe que no puede dar un paso más porque caería, pero las opciones, los distintos caminos, suelen ser muchos más que aquellos que se imagina quien está frente al precipicio.