Hoy celebramos la fiesta de Nuestra Señora de los Dolores para recordar los sufrimientos por los que pasó María a lo largo de su vida por haber aceptado ser la Madre del Salvador. Se acompaña a María en su experiencia del dolor de una madre que ve a su amado Hijo incomprendido, acusado, abandonado, flagelado, etc. y presenció la agonía de su muerte en una cruz, clavado de pies y manos. María saca su fortaleza de la oración y nos da fuerza en los momentos de dolor. Encontramos en Ella una compañía y una fuerza para dar sentido a los propios sufrimientos. Debemos ofrecer el dolor por la salvación de las almas. Así, podemos convertir el sufrimiento en sacrificio y nos ayudará a amar más a Dios y, además, llevaremos a muchas almas al Cielo.