Narciso nació a finales del siglo I en Jerusalén, formando parte seguramente de la tercera generación de cristianos. En el año 180 fue consagrado obispo de la ciudad, ya en avanzada edad. Quince años después se le ve como obispo en el concilio de Cesarea, cuando se unifica con Roma el día de la celebración de la Pascua. El obispo fue acusado por envidia de un crimen por propios compañeros cristianos (desde los comienzos acecha el pecado). El obispo deja el cargo y se retira a la soledad, pero perdonando a sus envidiosos difamadores.