Sueño o realidad.
Sueña un poeta una deliciosa escena que tiene lugar en el establo de Belén la noche que Jesús nació:
De repente, entra en el portal una mujer vieja vestida de negro, desgreñada… y va hacia el Niño. La Virgen María tiembla de miedo.
La mujer lleva algo oculto en sus manos. Al llegar al pesebre se postra en tierra. Luego se incorpora.
Pone en las manos del Niño lo que ocultaba en las suyas. Se levanta y gira para marcharse.
Cuando María la contempla de frente le parece otra: bella, esbelta, radiante de alegría.
La Virgen mira a las manos de Jesús. Entre sus dedos de niño había una manzana mordida.
La misteriosa visitante era Eva.
Lee el jugoso comentario de esta anécdota…
Jesús viene a la tierra a cargar con el pecado de Adán y Eva y con los pecados de todos nosotros: infinitas «manzanas mordidas».
Así devuelve –a Eva y a sus hijos- la dignidad y hermosura de los hijos de Dios.
Agustín Filgueiras