Mi Querido Ángel,

Hoy me encuentro escribiendo estas palabras llenas de amor y gratitud, sabiendo que estás velando por mí desde el cielo. Aunque ya no estás físicamente a mi lado, siento tu presencia en cada momento de mi vida.

Las estrellas ahora tienen un brillo especial, como si cada destello fuese un guiño tuyo desde lo alto. A veces, en los momentos de silencio, siento tu abrazo reconfortante envolviéndome, recordándome que nunca estoy solo/a.

Extraño tus risas, tus palabras sabias y la calidez de tu compañía, pero encuentro consuelo en los recuerdos que compartimos. Cada lección que me enseñaste, cada consejo que me diste, sigue guiando mis pasos.

Sé que desde el cielo estás cuidando mi camino y protegiéndome en cada paso que doy. Cada desafío que enfrento lo hago con la fuerza que me diste, con la certeza de que sigues a mi lado, incluso desde la distancia.

Aunque tu ausencia física sea difícil de sobrellevar, tu amor y cuidado trascienden el tiempo y el espacio. Te llevaré siempre en mi corazón, sabiendo que nuestra conexión es eterna.

Te amo y te extraño cada día, querido Ángel, y agradezco el regalo de tu amor incondicional que perdura en mi vida.

Con amor y gratitud eterna.