Existe un vínculo entre el declive demográfico, económico y político de Europa y la “guerra de treinta años” que estalló en 1914 y acabó en 1945. Pero la actual Unión Europea y su magma de impotencias es también fruto de la forma en que se ha querido construir una Europa sin naciones, o más bien contra ellas. Una Europa que ha asumido íntegramente los dogmas neoliberales, privando a los Estados de su capacidad para elaborar estrategias. Por otra parte, se trata de una Europa que ha abandonado la democracia. Sus instituciones –la Comisión, el Tribunal de Justicia, el Banco Central– son tecnocráticas y no rinden cuentas ante ninguna instancia que haya sido elegida democráticamente. Y el Parlamento Europeo no es más que la yuxtaposición de la representación de 28 pueblos, sin atribuciones de relieve. Europa ha devenido un sistema que soslaya la democracia y las soberanías nacionales. Las reformas son imprescindibles. La más urgente, la del euro, pues la moneda única impide y seguirá impidiendo a los países del Sur llegar a ser competitivos sin soportar dolorosas experiencias de carácter deflacionista, con la repercusión sobre el empleo que ello significa. Jean-Pierre Chevènement (Belfort, 1939), actualmente senador de la República francesa, ha sido ministro en diversos gobiernos. Siendo ministro de defensa en el gobierno del presidente Mitterrand, dimitió por desacuerdo con la participación de Francia en la guerra del Golfo. Esta decisión le alejará progresivamente del PSF, partido que abandona en 1993 para transformar en partido político el Mouvement des Citoyens (MDC). En agosto de 2004 pidió el NO en el referéndum sobre el proyecto de Constitución Europea, por interpretarla como la consolidación del vasallaje a Estados Unidos. Autor de numerosos libros, los últimos publicados son: Défis républicains (2004); La Faute de M. Monnet: la République et l’Europe (2006); La France, est-elle finie? (2011) y Sortir la France de l’impasse (2011).