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LOS PANZER DE LA MUERTE (HASSEL, SVEN)
Destinados en el Frente del Este y equipados con carros de combate, Sven Hassel y sus camaradas de 27.º Regimiento Disciplinario luchan implacablemente?La esperanza de vida en el frente se mide en semanas. Pero Sven, Porta, el Viejo y el Legionario combatirán hasta el final, no por Alemania, tampoco por Hitler; lo harán por su propia supervivencia. Los panzer de la muerte supone una representación fiel de la brutalidad de la guerra, la violencia y la crueldad que los libros de historia omiten.

LA LEGIÓN DE LOS CONDENADOS (HASSEL, SVEN)
"Retumbar de botas claveteadas en el cemento del patio, con producción de chispas fugaces. Cuarto de vuelta al salir del cuartel e inicio de la marcha por el camino empapado, bordeado de álamos. En un batallón disciplinario, las conversaciones y las canciones están, naturalmente, prohibidas; individuos de cuarta categoría no pueden aspirar a los privilegios del soldado alemán. Como tampoco teníamos derecho a llevar el águila o los otros símbolos de honor: solo llevábamos, en la manga derecha, una cinta blanca —¡ y que siempre debía permanecer blanca!— cruzada por la palabra SONDERABTEILUNG en letras negras. Como debíamos ser los mejores soldados del mundo, todas nuestras marchas eran marchas forzadas. En menos de un cuarto de hora estábamos cubiertos de sudor, nuestros pies empezaban a calentarse y abríamos la boca para poder respirar, pues la nariz por sí sola resultaba rápidamente incapaz de suministrar- nos una cantidad de oxígeno suficiente. El correaje y el fusil impedían que la sangre circulara normalmente en nuestros brazos, produciendo la hinchazón de los dedos. Pero para nosotros todo eso no era más que una insignificancia. Podíamos realizar una marcha forzada de veinticinco kilómetros sin experimentar la menor molestia".

GENERAL SS (HASSEL, SVEN)
“Bueno, dijo Augberg, con tono que no admitía réplica. Tengo intenciones de sacaros de este infierno. Podéis seguirme o quedaros. Solo nos llevaremos las municiones y las armas. Os desligo del juramento a la bandera, y si me seguís, no tengo nada que prometeros. Pero si os quedáis, os consumiréis en una prisión rusa y ya sabéis como tratan los rusos a sus prisioneros. En caso de lograr nuestro empeño, algunos de vosotros tendrán, sin duda, la suerte de llegar a las líneas alemanas, al otro lado del Don. Están a ciento veinte kilómetros: dos o tres jornadas de marcha, pero aquí será duro, no lo dudéis. Una marcha hacia la muerte. Únicamente los más fuertes de vosotros tienen la posibilidad de salvarse. Esto es todo cuanto tengo que deciros”. Dio media vuelta y se fue hacia el Oeste, cara al sol que rojeaba. El Viejo fue el primero en levantarse; columpiándose sobre sus piernas arqueadas, se dispuso a seguir al general de las SS. Uno tras otro, nos fuimos levantando lentamente…

LIQUIDAD PARÍS! (HASSEL, SVEN)
"En el Stalingrado en que se ha convertido Normandía, cincuenta mil hombres han caído prisioneros y cuarenta mil han muerto. Del 27º. Regimiento Panzer, el 80 por ciento de los efectivos ha desaparecido; lo que queda es enviado a París por motivo desconocido". Con un placer apenas disimulado, el Generalfeldmarschall Herr Von Rundstedt informa al Gran Cuartel General que han desembarcado ya un millón ochocientos mil anglosajones, que luchan contra doscientos mil alemanes. Cada división blindada ya solo posee entre cinco y diez tanques; los regimientos se han derretido hasta convertirse en compañías. La situación es desesperada: El viejo Rundstedt, que nunca pierde la calma, enloquece y aprieta el receptor del teléfono hasta destrozarlo. - ¡Hay que terminar, y enseguida, malditos cretinos! ¡Es lo único sensato que se puede hacer! ¡Tendríais que estar todos en un manicomio! Tira el teléfono al suelo, que se hace añicos, y se abrocha con rabia su capote de infantería, virgen de toda condecoración, pese a que es el hombre más condecorado de Alemania. El Generalfeldmarschall Von Rundstedt solo se pone sus medallas obedeciendo órdenes. Se encasqueta su alta gorra militar y saluda a sus oficiales. - Hasta la vista, caballeros. Mañana tendrán ustedes sin duda un nuevo jefe, o no conozco a ese "cabo de Bohemia".

COMANDO REICHSFÜHRER HIMMLER (HASSEL, SVEN)
-Es una mancha en el honor del soldado alemán, que quede un solo polaco con vida en Varsovia –gritó Himmler dirigiéndose al Obergruppenführer Berger-.¿Por qué no ha cumplido usted mis órdenes? Quiero que esos cerdos sean destruidos. Hace tiempo que estaría hecho si no hubiese sido usted tan blando. -Reichsführer, hemos hecho lo que hemos podido -farfulló Berger, a quien el miedo hacia sudar la gota gorda-. Las bajas son terribles. La revuelta de Varsovia ha costado ya la vida a diez mil soldados alemanes. -¡Que me importan las pérdidas! Solo cuentan los resultados. No se llora a un soldado caído por la patria. Se está orgulloso de él. ¿No eran suficientemente claras mis órdenes? Arrase la capital polaca y extermine a sus habitantes como ratas. No tienen sitio en el gran Reich alemán. Pero si prefiere usted el frente ruso, es fácil –añadió Himmler con helada sonrisa-. Los SS no gustan de los cobardes que tienen miedo de la sangre, y un Estado fuerte nace en la sangre. Dentro de cuarenta y ocho horas, Varsovia debe ser borrada del mapa.

MONTE CASSINO (HASSEL, SVEN)
"Individuos de los Servicios de Seguridad y de sus homólogos fascistas pululaban por doquier. Unos perros furiosos ladraban. Había chiquillos que lloraban. Una niña perdió su muñeca. Una anciana dio un traspié. Botas claveteadas repartieron puntapiés. Las gruesas puertas fueron aherrojadas con cadenas. La locomotora escupió vapor. ¡Puercos! —rezongó alguien—. Tanta gente en cada vagón. Ni siquiera pueden sentarse. —¿Y si lanzamos varias granadas a esos cerdos de la Seguridad? —propuso Hermanito, siempre entusiasta. —No serviría de nada —murmuró el Viejo, furioso. —Fue mucho peor cuando cogieron a los judíos de Varsovia —contó Porta—. Aquí no utilizan látigos. Lo hacen a patadas —¿Por qué no tratan de escapar? —preguntó Barcelona, sorprendido. Llegaron nuevos vagones y se llenaron de gentes silenciosas. —Me pregunto si pensarán matarlos a todos —dijo el Músico, antiguo miembro de las SS. —¡Ya lo creo! —exclamó Heide, riendo—. Destino, Polonia. Término, la cámara de gas. —Los hombres no pueden hacer esto a otros hombres —murmuró ingenuamente el Viejo".