La vigorosa personalidad de san Bernardo, entregada totalmente al servicio de Cristo, marcó profundamente el siglo XII dejando una huella imborrable en la historia de la espiritulidad cristiana. Uno de los aspectos de su rica doctrina que más influencia ha tenido, a través de los siglos, es su mariología. Considerado el cantor de María por excelencia, el abad de Claraval no sólo influyó en la difusión universal de la piedad mariana, sino también en los teólogos de Nuestra Señora. Todo ello le ha valido, merecidamente, el título de "Doctor de María". En este volumen ofrecemos, además de su tratado clásico: "Las alabanzas de la Virgen Madre", otros escritos escogidos, que recogen lo fundamental de la doctrina mariana de san Bernardo.
Un gran cristiano y un gran dirigente en la Cataluña del siglo XIII. Y la historia empieza así: 'En el siglo XI, lo que hoy entendemos por Cataluña se consolida definitivamente. La conquista de Lérida a los sarracenos, y el avance hacia el sur hasta el río Ebro, dan lugar a la formación de la Cataluña Nueva. Nueva en contraposición con el núcleo de condados que consiguieron la separación de la influencia y del poder de los francos. Nueva por el empuje y espíritu de progreso de las gentes que se dieron prisa en repoblar estos territorios hasta lograr un asentamiento definitivo en el espacio recuperado. Nueva porque se abría a una realidad eclesiástica marcada por dos hechos singulares: la creación de nuevos monasterios y la recuperación definitiva de la sede del arzobispado de Tarragona que mantenía la primacía sobre los demás obispados catalanes.'
Cuando un conjunto de expertos en un autor o tema vertebra todo su mensaje en unos "puntos fuertes" de interés y avala, luego, cada uno de esos "puntos" con textos seleccionados y hasta meditados, sólo entonces brota una obra como ésta
El P. Ch. Dumont conoce muy bien a san Bernardo y a los grandes pensadores y filósofos de nuestro tiempo y siempre nos hace ver la sintonía existente entre unos y otros. Aconsejamos leer esta obra con calma, y sobre todo acudiendo a los textos que el autor indica. De ese modo se sigue paso a paso el camino que traza Bernardo, y nos va acercando al monte de la caridad por el sendero de la paz.
Este quinto volumen de las Obras completas de San Bernardo incluye su serie de ochenta y seis sermones sobre el Cantar de los Cantares, que constituye su obra más desconcertante, la más difícil para leer y, probablemente, la más hermosa. Es, sin duda, aquella que él trabajó durante más tiempo y con más atención, como lo atestigua la historia de su texto: durante los últimos veinte años de su vida, desde 1135 hasta su muerte, acaecida en 1153, no cesó de trabajarla, y después mejorarla con ulteriores correcciones.
Para conocer plenamente a San Bernardo es preciso leer su epistolario. Con la tersura de su candorosa familiaridad y de su mística, queda aquí plasmado él mismo, tal como es en vivo desde su misma identidad personal a través de su relación cordial y diáfana. Lo que enseña en el resto de su obra escrita recobra en sus cartas un realismo encarnado ante personas y situaciones concretas, envuelto en amor, ternura y benignidad, aunque nunca permisivas. Leer la correspondencia de San Bernardo equivale a leer su interior más íntimo. Es beber de su espíritu en la fuente más puera: él mismo, en la apertura sencilla de sus sentimientos y afectos, de su gran pasión por sus manos los hombres, por la vida monástica y por la Iglesia.
El autor nos brinda una imagen completamente renovada de la vida de este santo que domina la Edad Media, y que nos enseña cómo la acción y la contemplación son perfectamente compatibles.