Estambul, pleno invierno. Poirot decide tomar el Orient Express que en esta época hace su recorrido prácticamente vacío. Pero aquel día, sólo gracias a una buena amiga, consigue una litera en el coche-cama. A la mañana siguiente, cuando se despierta, descubre que una tormenta de nieve ha obligado a detener el tren y que un americano, llamado Ratcher, ha sido apuñalado salvajamente. Aparentemente, nadie ha entrado ni salido del coche-cama. El asesino, sin duda, es alguno de los ocupantes entre los que se encuentran una altiva princesa rusa y una institutriz inglesa.