El libro recorre los servicios políticos, religiosos e históricos que las falsificaciones han prestado a la comunidad y da cuenta, además, del deseo de los escritores de ir más allá en su creación de mundos posibles para que la ficción suplante a la realidad. Las falsificaciones, que reescriben y revisan lo que conocemos y nos conforma, atentan contra el orden establecido, contra la historia y contra la historia literaria.