Elena tiene doce años y vive en una situación angustiosa. Está encerrada en un viejo caserón aislado, acompañada solamente por algunos empleados y por la rígida señora Kessler, que lo dirige todo. Los únicos momentos de alegría de Elena son aquellos en los que recuerda los viajes en caravana que hacía con su padre. Juntos recorrieron varios países de Europa. No tenían dinero, pero eran felices. Su vida fue un largo camino que fueron trazando pueblo a pueblo. Pero aquel camino, como todos, también tuvo su final.