En muchos sentidos, debemos la lectura de Thomas De Quincey (1755-1859) a Borges. Interpretar no es des-ocultar la verdad, sino rodear ese vacío con la consistencia del argumento, la ficción, el humor. El enigma de la Esfinge es un ensayo que recupera la potencia del enigma como pregunta sin solución sobre lo que todavía llamamos lo humano.