En el siglo VII Toledo era la capital de España y dirigía la ciudad Ildefonso, un impulsor de las tantas virtudes de la Virgen María. Escribió un Tratado sobre la Virginidad de María y era conocido como «Capellán de María». Huyó de casa porque encontró dificultades para seguir la vocación que Dios le encomendaba. Cuando murió el Arzobispo de Toledo, Ildefonso ocupó este cargo y pasó nueve años trabajando pastoralmente con los fieles de su diócesis. Murió en el 661 y sus reliquias se conservan en la Catedral de Zamora.