Preguntado en qué se diferencian los sabios de los ignorantes, respondió: «En lo que los vivos de los muertos». Decía que «el saber, en las prosperidades sirve de adorno, y en las adversidades de refugio. Que los padres que instruyen a sus hijos son preferibles a los que solamente los engendran, pues éstos les dan la vida, pero aquellos la vida feliz». A uno que se gloriaba de ser de ciudad grande, le dijo: «No conviene atender a eso, sino a si uno es digno de una gran patria». Preguntado qué cosa es el amigo, respondió: «Un alma que habita en dos cuerpos». Decía que «unos hombres eran tan parcos como si fuesen eternos, y otros tan pródigos como si luego hubieran de morir». (Diógenes Laercio, Vidas de filósofos ilustres)

Jesús Mosterín, Historia de la Filosofía, vol. 4, Aristoteles, pp 30-32, Madrid, 1984.

A uno que le preguntaba por qué con los hermosos conversamos más largo tiempo, le dijo: «Esa pregunta es de ciego». Preguntándosele qué ganancia finalmente le había dado la filosofía, respondió: «Hacer espontáneamente lo que otros hacen por miedo de las leyes». Preguntado asimismo de qué modo aprovechan los estudiantes, respondió: «Siguiendo a los ágiles y no esperando a los perezosos». A un grande hablador, que después de haberlo mortificado con dicterios le preguntó si lo había molestado mucho, le respondió: «Por Dios que no te estuve atento». Objetándole que había dado limosna a un hombre malo (pues también se refiere así), respondió: «No le he dado al hombre, sino a la humanidad». Preguntado cómo debemos portarnos con los amigos, respondió: «Como deseamos se porten ellos con nosotros». (Diógenes Laercio, Vidas de filósofos ilustres)

Testamento de Aristóteles:

«Haya salud; pero por si algo sucediese, dispone Aristóteles en esta forma: ser ejecutor de todo y siempre Antípatro; y hasta que Nicanor se halle en estado de administrar mis bienes, serán curadores Aristómenes, Timarco, Hiparco, Dióteles y Teofrasto (si le pareciere bien y conveniente el serlo) y de mis hijos, de Herpilis y de todo lo restante. Cuando la muchacha sea casadera, se dará a Nicanor en matrimonio; y si muriese (lo que no suceda) antes de casarse, o bien después de casada, sin tener hijos, Nicanor será dueño de administrar, no sólo por lo que mira a mi hijo, sino también las demás cosas, ejecutándolo con la dignidad correspondiente a él y a mí. Cuidará también Nicanor de la muchacha y del niño Nicómaco, de modo que nada les falte, siéndoles como padre y hermano. Si a Nicanor aconteciese el morir (lo que no suceda) antes de recibir en mujer a la muchacha, o bien después de recibida antes de tener hijos, según él dispusiere, así se cumpla. Si Teofrasto quisiese estar con la muchacha, hágase todo como en Nicanor; pero si no, los curadores se aconsejaran con Antípatro, y dispondrán de la muchacha y muchacho según mejor les pareciere. Cuidarán, pues, mis curadores y Nicanor de tenerme en memoria a mí y a Herpilis, puesto que fue muy diligente para conmigo y demás cosas mías. Si quisiese casarse nuevamente, no sea con hombre desigual a mí; y se le dará de mis bienes, sobre lo ya dado, un talento de plata, tres criadas si las quisiere, la esclava que tiene y el niño Pirreo. También si quisiera vivir en Calcis, sea suya la hospedería que está junto al huerto; pero si en Estagira, la casa paterna. Cualquiera de estas dos habitaciones que elija, cuidarán mis ejecutores de amueblársela del modo que les parezca decente y bastante a Herpilis. Cuidará también Nicanor de que el muchacho Mirmeco sea devuelto a los suyos con la decencia a mí correspondiente, junto con el equipaje de él que recibí. Ambracis quede libre, y cuando se case se le den 500 dracmas y la esclava que tiene. También quiero se den a Tale, además de la esclava que tiene comparada, 1000 dracmas. Igualmente a Simo, además del primer dinero dado para comprar un muchacho, se le compre otro, o se le dé el dinero. Tacon será libre cuando case mi muchacha, como también Filón, y Olímpico con su hijito. Ningún niño de mis esclavos será vendido, sino que de ellos deberán servirse mis herederos, y en siendo adultos se les dará libertad según convenga. Cuidarán también de las imágenes mandadas esculpir a Grilón, y cuando estén concluidas se colocarán; como igualmente la de Nicanor, la de Proxeno que pensaba regalarle, y la de la madre de Nicanor. La de Arimnesto, que ya está hecha, se colocará para que les sirva de monumento, puesto que ha muerto sin hijos. La Ceres de mi madre será colocada en el Nemeo, o bien dónde le pareciere. Cuando se construya mi sepulcro, se depositarán en él los huesos de Pythia, como ella ordenó. Pondránse también en Estagira los animales de piedra, altos cuatro codos, que ofrecí por voto a Júpiter conservador y a Minerva conservatriz». (Diógenes Laercio, Vidas de filósofos ilustres)

«En Atenas había tres santuarios públicos que incluían gimnasios en sus jardines: el santuario de la Akademia (Akademeia), dedicado al héroe Akádemos, el santuario del Kynósarges, dedicado a Heraclés, y el santuario del Lýkeion, dedicado a Apóllon Lýkeion. Los tres estaban situados fuera de las murallas de la ciudad y disponían, además de amplios y frondosos jardines o bosquecillos, de gimnasios públicos, palestras, pórticos y otras instalaciones. Los gimnasios servían tanto para la práctica de la gimnasia por los adolescentes como para el entrenamiento de los atletas con vistas a su participación en los juegos o para el entrenamiento de los jóvenes de dieciocho a veinte años (épheboi) durante el servicio militar. Sus jardines y pórticos serán también lugar de reunión y esparcimiento públicos. En especial eran lugar favorito de los sofistas, que allí anunciaban sus enseñanzas, hacían demostraciones de sus proezas oratorias y discutían con quien quisiera escucharlos. Por ello se habían convertido en sede de la enseñanza superior ateniense.

Los primeros en establecer escuelas filosóficas permanentes en Atenas fueron Antisthenes y Platon. Antisthenes eligió para sus enseñanzas el gimnasio del Kynósarges. Platon estableció su escuela en el gimnasios de la Akadémeia, aunque compró también casas en las cercanías. Aristoteles prefirió dar sus clases en el gimnasio de Lýkeion. Los terrenos del santuario del Lýkeion eran amplios, bien arbolados y provistos de agua abundante. Estaban situados hacia el este de la ciudad, entre las murallas y el monte Likavitós. Allí había un monumental gimnasio público, construido en en la época de Periklés. El gimnasio incluía un perípatos, es decir, un pórtico largo o paseo porticado, y allí fue donde Aristoteles a sus lecciones. Por eso su escuela filosófica fue conocida no sólo como el Lýkeion (por el santuario y gimnasio en que se reunían sus miembros), sino también como el Perípatos (por el lugar concreto dentro del Lýkeion en que se daban las clases).

Los gimnasios públicos ofrecía muchas ventajas como centro de enseñanza. Entre otras cosas eran gratuitos, no había necesidad de pagar alquiler alguno por utilizar sus instalaciones, y la afluencia de público estaba garantizada. No hay que olvidar que las escuelas filosóficas y retóricas, que constituían la enseñanza superior de Atenas, eran instituciones totalmente privadas, que ni estaba sometidas a control alguno por parte del Estado ni recibían ayuda o subvención pública de ningún tipo. El disponer de locales gratuitos era sin duda una ventaja. Algunos, como Platon, completaban el uso de las instalaciones públicas del gimnasio con la posesión de alguna casa en las cercanías. A Aristoteles, sin embargo, como extranjero (métoikos) que era, le estaba vedado adquirir propiedades. Y la mayoría de sus discípulos y compañeros eran igualmente extranjeros. Pero seguramente encontrarían medio (con la ayuda de Antípatros) de disponer de algunas casas, donde guardar la biblioteca -la mayor de la ciudad-, archivar sus numerosas notas y almacenar las colecciones de animales y vegetales disecados.

El Lýkeion se parecía en algunos aspectos a la Akademia. En ambas escuelas había miembros jóvenes, estudiantes, y miembros avanzados, profesores, que investigaban e impartían clases. En ambas cada uno vivía por su cuenta, y nadie pagaba nada ni recibía remuneración alguna, por lo que se requería una posición económica mínimamente desahogada por parte de los miembros, de tal modo que cada uno tuviera su propio sustento asegurado y pudiera así dedicarse a la filosofía. En ambas había un jefe o escolarca, pero su autoridad no llegaba a la imposición de ningún credo o doctrina, sino más bien se estimulaba la crítica y la originalidad de pensamiento. Pero también había diferencias. La Akademia practicaba más la discusión y centraba más su interés en la matemática. El Lýkeion prefería las clases, la instrucción formal, sistemática y, abandonando la matemática, centraba su interés en la ciencia experimental de la naturaleza y en la historia natural, así como en la erudición jurídica y social.

Aristoteles daba clases akroáticas o científicas por la mañana. Estas clases estaban dirigidas a los estudiantes de su escuela. Por la tarde daba conferencias exotéricas o públicas sobre retórica y otros temas de interés general. Además de acudir a las clases akroáticas, los estudiantes debían colaborar en las tareas más o menos pesadas de la búsqueda de información, clasificación y catalogación, tanto de documentos, leyes y constituciones como, sobre todo, de animales y plantas, vivos o disecados.»

Jesús Mosterín, Historia de la Filosofía, vol. 4, Aristoteles, pp 30-32, Madrid, 1984.

Nota del autor (Jesús Mosterín): La transcripción de los nombres propios griegos se sigue por los normas expuestas en el apéndice al volumen tercero de esta serie. («No hemos podido conservar la transcripción castellana tradicional de los nombres propios griegos, ya que ésta se aparta de un modo injustificable del original griego. Incluso la acentuación tradicional se basa en cómo se acentuaban esos nombres en latín, y no en griego.») En especial recuerde el lector que el nombre de nuestro filósofo es una palabra llana, no esdrújula. (Observación del autor sobre la transcripción de los nombres griegos, extraída del Prólogo).