“Bárbara Schumacher atravesaba un período de búsqueda interior. Desde sus días de colegio sentía una fuerte atracción por la Iglesia Católica, “pero siempre había tenido miedo de ir más allá”. Fue entonces, a raíz de la “Humanae vitae”, cuando tomó la determinación de hacerse católica: “Para mí, la encíclica es la prueba de que podía confiar en la Iglesia, de que ésta no se dejaría llevar por los caprichos de la sociedad; de que no sería esclava de la moda”.

(J. Pearce, “Escritores conversos”)