Signo luminoso de la belleza de tu alma será este: que tú, examinándote a ti mismo, te encuentres lleno de misericordia hacia todos los hombres, que tu corazón se conmueva por la compasión que sientes por ellos y que arda como el fuego, sin hacer distinción de personas. De esa manera, la imagen del Padre que está en los cielos se revelará continuamente en ti.

¿Quieres tener comunión con Dios en tu mente? ¡Persigue la misericordia! Porque cuando florecen en ti todos los actos de misericordia, viene a reflejarse, dibujada en ti, en todos sus rasgos, aquella santa belleza de la comunión con Dios.

(San Isaac de Nínive, El don de la humildad)